Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1871-1872 (Cortes de 1871 a 1872)
Sesión: 3 de junio de 1871
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Respuesta al Sr. Chermá y Trelles
Número y páginas del Diario de Sesiones 52, 1.405 a 1.407
Tema: Diputación de Castellón y ferrocarril de Tarragona

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): No necesitaba el Sr. González Chermá que saliera su defensa y en su apoyo el Sr. Trelles: el Sr. González Chermá ha defendido bien su causa, y no necesitaba seguramente del refuerzo de S.S.; pero en fin, S.S. ha creído conveniente, sin duda, dar esta muestra de gratitud al Sr. González Chermá, suponiendo que el Ministro de la Gobernación se halla verdaderamente en una situación crítica.

No hay más que examinar la historia que nos ha contado el Sr. Chermá de lo que pasó entre los republicanos y los monárquico-liberales para combatir a los carlistas, de lo que hizo luego e el comité republicano contra la unión de los republicanos y los liberales monárquicos, para saber que el Sr. González Chermá, ha tenido más simpatías entre los carlistas que entre sus correligionarios, simpatías que les debe agradecer y les ha agradecido hoy dándoles esa prueba de cariño y prestándoles apoyo. (El Sr. González Chermá: Pido la palabra para rectificar.) No tiene nada que rectificar S. S., porque yo no he hecho más que repetir sus palabras. El Sr. González Chermá ha dicho: es verdad que los republicanos y los monárquicos liberales convinimos primero en apoyarnos mutuamente para echar de la comisión permanente a los carlistas; pero luego el comité republicano me dijo a mí: eso no puede ser; hay que apoyar a los carlistas; vayan ustedes antidinásticos contra dinásticos; y después tuve que hacer esfuerzos supremos para cumplir esta comisión que me había confiado el comité. Si lo ha dicho así S. S. ¿qué tiene que rectificar, como no se rectifique a sí mismo?

Insisto en lo que dije el otro día: me parece tan difícil que el gobernador haya hecho lo que S. S. supone, como que S. S. robara la luna. No tengo que decir nada del gobernador de Castellón, pues se le atribuye una cosa tan imposible como que el Sr. González Chermá pueda coger la luna. Si a mí me dijeran que el Sr. González Chermá era una persona muy buena, muy tranquila y de orden, pero que era necesario perseguirle porque había robado la luna, contestaría; pues dejarle muy tranquilo en su casa, porque eso que se le atribuye no lo ha podido hacer. Eso digo del gobernador de Castellón: se le atribuye que ha hecho lo que no ha podido hacer; y si lo hubiera hecho, habría que convenir en que es tonta la Diputación de Castellón, en que son tontos los republicanos y sus amigos los carlistas. ¿Qué hace el gobernador en la Diputación provincial? No hace más que presidir; no tiene ni voto siquiera. ¿Qué puede hacer que la Diputación provincial no quiera que se haga? ¿Cree S. S. que hay tanta fuerza moral en el gobernador que así, por fuerza moral y por autoridad, se haya hecho lo que él ha querido? Pues, entonces, bien hecho está. ¿Cree S. S. que el gobernador puede llegar hasta el punto, por sola su fuerza moral, de imponer, silencio, de aplastar, de anonadar, de confundir a los diputados provinciales para que no puedan decir nada [1.405] y para que la Diputación desaparezca? Entonces puedo decir a S. S. que el gobernador habrá hecho cuanto dice S. S. contra aquella Diputación, pero que aquella Diputación es tan paciente, tan simple, tan tonta, tan nula, que ha pasado inadvertido todo lo que ha hecho el Gobernador, porque hasta el sábado anterior, en que su señoría dijo aquí lo que el gobernador había hecho contra la Diputación, el Gobierno no tenía noticia ninguna de que hubiera pasado nada en aquella corporación. De modo que, si todas las Diputaciones provinciales de España hubieran dado que hacer al Ministro de la Gobernación lo que la de Castellón, el Ministro de la Gobernación pasaría una vida más tranquila de la que desgraciadamente pasa.

Pero yo digo una cosa a S. S. ¿Dónde están esos diputados provinciales, que no reclaman contra esos atentados, esas violencias y esas arbitrariedades del gobernador? Hasta que S. S. ha venido aquí, sin duda para satisfacer los deseos del comité, que está mal con los diputados republicanos, que los ha anatematizado, porque dice que siguen al gobernador, porque no tienen medios de quejarse, pues lo que hace lo hace dentro de la ley, el Gobierno ninguna noticia tenía del caso. El comité viene entendiendo la ley de otra manera, y excomulga, no ya a los diputados provinciales que no son de sus opiniones, sino a los pobres diputados republicanos, que no hacen lo que quiere ese comité, que es todo lo contrario de lo que manda la ley; y como S. S. no ha querido caer bajo la excomunión del comité republicano, viene a decir cosas contra el gobernador, que, francamente, permítame, S.S. que lo diga, no tienen sentido, no pueden tenerlo, sería absurdo que lo tuviese.

Yo, pues, no he dicho a S. S. que se hubiere separado de los republicanos de Castellón; lo que yo he dicho, y lo ha confirmado S. S., es que los diputados republicanos de Castellón no están con S.S., ni con el comité, que han visto que lo que ha pasado allí es legal, que forman parte de la comisión permanente, que están de acuerdo con el gobernador, muy satisfechos de hacerlo así, porque creen que se observa la ley. Respecto del gobernador, que ha sido tan malo y arbitrario con la Diputación provincial, si ha cometido tantas violencias, lo que puedo decir es que pasan por todo esto los correligionarios de S. S., que al fin y al cabo, convenidos con los monárquicos liberales, dejaron a un lado a los carlistas.

Por tanto, no tengo nada que decir; S. S. dice que el gobernador ha hecho mangas y capirotes contra la Diputación provincial; pues la Diputación provincial tiene medios de oponerse a las violencias y atentados del gobernador: sino los pone en juego,¿qué he de hacer yo? Este conducto no es el conducto legal para resolver el conflicto que pudiera surgir. Busque S. S. el camino de la ley, y entonces veremos lo que hemos de hacer con ese gobernador que tan mal se conduce, según S. S.

De la cuestión de perjuicios causados por las obras del camino de hierro, nada tengo que decir; si hay un expediente gubernativo sobre este asunto, lo examinaré y veré lo que haya que hacer. Pero, sin tener todavía antecedentes del asunto, me parece desde luego que esa cuestión pertenece a los tribunales. Algunos interesados han acudido a los tribunales y han cobrado; otros, si no han cobrado, será porque no esté concluido el expediente o por circunstancias independientes de la Administración; pero si hay algo en que la Administración tenga que intervenir, yo haré que intervenga y que se cumpla la ley.

Vamos al tercer punto, al de la sublevación. Su señoría ahora no le da importancia: dice que no fue nada, y el Sr. Trelles aliado que no fue una sublevación carlista, que lo que ocurrió fue efecto de la impaciencia de unos cuantos que se arrojaron al campo independientemente de las instrucciones que tenían recibidas de sus jefes. Bueno es que S. S. los aplauda ahora, pues bien necesita aplaudirlos, y que los aplaudan también sus jefes y que los mimen, pues aquellos pobres echan la culpa de todo a S. S. y a sus jefes. Los jefes dicen que los sublevados eran unos cuantos impacientes, mientras que los impacientes exclaman que los jefes eran unos cuantos traidores que los comprometieron y les echaron al campo, mientras ellos estuvieron en sus casas. Y ahora pregunto: ¿a quién creo yo, a S. S. o a esos desgraciados que al fin expusieron su vida? Yo creo que nadie expone su vida de una manera tan baladí, sin antecedentes, sin noticias, sin instrucciones; pues si es fácil estarse quieto en su casa, se necesita algún requisito más para coger un fusil y echarse al campo. Y que no fue tan baladí el asunto, lo prueba la actividad, el celo, la energía que desplegaba el Sr. González Chermá cuando era autoridad; y ahora se convencerá. S. S. de que una cosa es ser autoridad y otra ser Diputado de oposición, y de oposición sistemática como S. S. lo es.

Ahora dice: " aquello no valía nada; ciento y tantos sublevados, la mayor parte niños: nada;" y entonces siendo alcalde de Castellón, todo le parecía poco a su señoría: la población la creía a punto de ser invadida por los enemigos; y tal prisa se daba por aprestarse a la defensa, que armaba todos, hombres, mujeres y niños, y les hizo subir a las torres de la ciudad, de noche y de día, para impedir que los sublevados vinieran. Si aquello era tan poco, ¿a qué ese cúmulo de disposiciones y esa actividad, y esa energía y ese armamento? ¿A qué eso de hacer subir a las torres de la población esperando el momento en que fuera invadida? Algo más habría. Quizá le importaba a S. S. exagerar algo; pero dejando las cosas en su justo medio, algo mas habría para tomar las medidas extraordinarias que S. S. tomaba; algo más importante sería aquello, de lo que dice S. S. ahora que no es autoridad.

Yo diré a S.S. que aquello era bastante para que el Gobierno tomase todas las medidas y disposiciones convenientes. Yo diré a S. S. que en aquella provincia, o en los límites con las otras, se levantaron hasta doce partidas. Yo diré a S. S. que en la acción de Calig se cogieron más de 600 armas. Yo diré a S. S. que esas doce partidas fueron de tal manera perseguidas por la fuerzas del ejército y los Voluntarios de la Libertad, que las fueron llevando a un solo punto para destrozarlas de un golpe; y lo hicieron en doce o catorce días. Este demuestra una actividad, una energía en la persecución que merecen elegios en vez de las censuras de S. S., que ha confirmado el Sr. Trelles. Lejos de esperar grados por eso, en vez de dilatar las operaciones, las llevaron tan deprisa que las concluyeron en doce días, y en vez de dar doce acciones, lo que les hubiera proporcionado poder aspirar a doce grados, llevaron a todas esas partidas a un solo punto para acabar de una vez con todas ellas, y así no tuvieron más que una ocasión de recibir grados.

Vea S.S. cómo ha sucedido todo lo contrario de lo que S.S. cree. Pudieron las fuerzas del ejército y los Voluntarios de la Libertad batir en detalle todas las partidas [1.406] que se levantaron y tener muchas ocasiones para ser premiados; pero no quisieron hacer eso, y dijeron: " lo mejor es conducirlos a un solo punto, dar una sola acción y concluir con ellas," como concluyeron en el espacio de catorce días. Y yo no digo que esto sea una cosa extraordinaria. Lo que he dicho es que no había sucedido lo que ha contado el Sr. González Chermá, de que las tropas habían andado dando paseos por aquí y por allí; no: Ia sublevación la acabaron como pudieron y en el momento en que pudieron.

Y no tengo más que decir ni al Sr. Trelles, que ha venido, permítame S. S. que se lo diga, aquí sin que nadie le llamara, ni al Sr. González Chermá, del cual dicen en Castellón (no lo digo yo sino sus amigos), que se ha colocado en la posición en que está porque no le hicieron presidente de la comisión permanente. Su señoría debe prescindir de esto: si no es presidente de la comisión permanente de la Diputación provincial de Castellón, es Diputado a Cortes y siempre tiene más importancia y más viso y puede sacar más lustre (no más beneficio), y mucho más tratándose de una persona como su señoría, que tiene ciertas dotes y ciertas condiciones que no puede desenvolver en el reducido espacio de un diputado provincial de una provincia de tercera clase.



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